18 de julio de 2020

Katie Makkai, Bella


Ilustración de Brunna Mancuso

BELLA

Cuando era apenas una niña, le pregunté a mi madre,
"¿Cómo seré? ¿Seré bella? ¿Seré bella? ¿Seré verdaderamente bella?" 
¿Ahora qué sigue? Ah, sí: "¿Seré rica?" 
Que es casi lo mismo que ser bella, dependiendo de donde compres.
Y la bella pregunta nos infecta desde la procreación; pasa por nuestra sangre y aliento hacia nuestras células. 
La palabra cuelga de los corazones de nuestras madres bajo una luz de neón de preocupación. 

"¿Seré querida? ¿Valdré la pena? ¿Seré bella?". 
Pero la pubertad me dejó esta irónica suma de espejo de feria
dientes puestos en ángulos irreales, nariz torcida, 
cara larga como la de un asno y marcas donde mis hormonas pintaron a mi pobre madre. 

"¡Cómo pudo suceder esto! Tendrás piel de porcelana en cuanto veamos a un dermatólogo". 
"Te chupabas el pulgar, por eso tus dientes son así". 
"Un frisbee te golpeó cuando tenías 6, 
si no tu nariz sería normal".

"No te preocupes, vamos a repararlo todo", solía decir agarrándome la cara, 
girándola de un lado a otro como si yo fuera un repollo que fuera a comprar. 

Pero esto no se trata de ella. No era su culpa. 
A ella también la criaron para que creyera que el mejor don 
que podía darle a su hijita rara era una fachada rentable.
A los dieciséis ya había sido encurtida con ungüentos, medicamentos, peróxidos. 
Los dientes ceñidos a pinzas metálicas, 
en una camilla de hospital. La cara envuelta de gasas que cubrían la nariz a estrenar 
que un cirujano venía de esculpir. 
Con el estómago repleto de las pintas de mi propia sangre que tragué durante la anestesia 
y con cada convulsión de mis tripas, era como si mi cuerpo 
me estuviera gritando de adentro hacia afuera: 
"¿qué les permitiste que te hicieran?". 

Y durante todo este tiempo, un coro incesante gemía como la jeringa intravenosa que destilaba belleza líquida en mi sangre.
"¿Seré bella?". ¿Seré bella como mi madre, quitando el envoltorio de regalo 
para revelar el ramo-hija que sus $10.000 le compraron? 
¿Bella? Bella.

Y no he visto mi propia cara en diez años. 
No he visto mi propia cara en diez años, pero esto no se trata de mí. 

Esto se trata del circo de auto-mutilación que hemos pintado nosotros mismos. 
Se trata de las mujeres que recorrerán 30 tiendas y 6 centros comerciales para encontrar el vestido de noche perfecto, 
pero que no tienen ni la más remota idea de dónde encontrar la plenitud o cómo vestirse de alegría; 
que van divagando por la vida, encadenadas a una bolsa de compras, 
bajo la tiranía de esas dos bellas sílabas. 

Se trata de hombres sumidos en bares, practicando la atracción 
llenos de miedo, y de todos aquellos que se irán cabizbajos a casa esta noche 
sólo porque no hubo suficientes extraños a los que les pareciste apto o apta para coger.

Esto, esto se trata de la hija que tendré algún día. 
Cuando te acerques a mí, ya picada y manchada de inseguridad, implorando: 
"Mamá, ¿seré bella? ¿Seré bella?", 
te limpiaré esa pregunta de la boca como si fuera labial barato y te diré 
"NO".
"La palabra 'bella' se queda corta ante lo que tu serás y ninguna hija mía será definida en cinco letras. 

Tú serás bellamente inteligente, bellamente creativa, bellamente maravillosa. 
Tú nunca serás meramente 'bella'".


PRETTY

When I was just a little girl, I asked my mother, “What will I be? Will I be pretty? Will I be pretty? Will I be pretty? What comes next? Oh right, will I be rich?” Which is almost pretty depending on where you shop. And the pretty question infects from conception, passing blood and breath into cells. The word hangs from our mothers' hearts in a shrill fluorescent floodlight of worry.

“Will I be wanted? Worthy? Pretty?” But puberty left me this funhouse mirror dryad: teeth set at science fiction angles, crooked nose, face donkey-long and pox-marked where the hormones went finger-painting. My poor mother.

“How could this happen? You'll have porcelain skin as soon as we can see a dermatologist. You sucked your thumb. That's why your teeth look like that! You were hit in the face with a Frisbee when you were 6. Otherwise your nose would have been just fine!

“Don't worry. We'll get it fixed!” She would say, grasping my face, twisting it this way and that, as if it were a cabbage she might buy.

But this is not about her. Not her fault. She, too, was raised to believe the greatest asset she could bestow upon her awkward little girl was a marketable facade. By 16, I was pickled with ointments, medications, peroxides. Teeth corralled into steel prongs. Laying in a hospital bed, face packed with gauze, cushioning the brand new nose the surgeon had carved.

Belly gorged on 2 pints of my blood I had swallowed under anesthesia, and every convulsive twist of my gut like my body screaming at me from the inside out, “What did you let them do to you!”

All the while this never-ending chorus droning on and on, like the IV needle dripping liquid beauty into my blood. “Will I be pretty? Will I be pretty? Like my mother, unwrapping the gift wrap to reveal the bouquet of daughter her $10,000 bought her? Pretty? Pretty.”

And now, I have not seen my own face for 10 years. I have not seen my own face in 10 years, but this is not about me.

This is about the self-mutilating circus we have painted ourselves clowns in. About women who will prowl 30 stores in 6 malls to find the right cocktail dress, but haven't a clue where to find fulfillment or how wear joy, wandering through life shackled to a shopping bag, beneath those 2 pretty syllables.

About men wallowing on bar stools, drearily practicing attraction and everyone who will drift home tonight, crest-fallen because not enough strangers found you suitably fuckable.

This, this is about my own some-day daughter. When you approach me, already stung-stayed with insecurity, begging, “Mom, will I be pretty? Will I be pretty?” I will wipe that question from your mouth like cheap lipstick and answer, “No! The word pretty is unworthy of everything you will be, and no child of mine will be contained in five letters.

“You will be pretty intelligent, pretty creative, pretty amazing. But you, will never be merely 'pretty'.”




Katie Makkai
(Estados Unidos)
LICENCIADA EN ESCRITURA/SLAMMER/
COFUNDADORA DEL PROGRAMA DE POESÍA DENVER
National Poetry Slam, 2002



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