Fotografía de Leonard Freed / Civil Rights Movement, Washington 1963 |
POSICIÓN
No puedo.
Es imposible seguir siendo prudente.
No puedo.
La sangre se me agolpa en el corazón
y no puedo ser más
una muchacha que escribe versos
sobre la esencia y la existencia.
No puedo seguir amando mi sombra,
mi muerte,
mi vida, mi cara, mis brazos, mis sueños.
De pronto no puedo
porque sé que los otros no pueden
padecen, están rotos,
no puedo decir cómo es el verano
no puedo mirar a los pájaros con ternura
ni me importa el cielo
porque sé que los otros no pueden
están prisioneros, maltrechos, muertos.
De pronto no siento mi soledad
ni mi tristeza
porque sé que los otros están solos
doloridos y tristes.
No puedo gozar de mi amor
porque hay millones de seres
que agonizan de nostalgia por amor.
No puedo hablar con palabras misteriosas
tintineantes, poéticas,
es preciso hablar esclareciendo:
hay mentiras mundiales
hay hambre
hay dictadores
hay hombres explotados por otros hombres
hay sangre de hermanos derramada
hay chicos descalzos
hay, todavía, negros apaleados.
Debo acudir pronto, unir mis manos con las suyas
aunque mi alma quede en silencio.
Me ha sido encomendada una misión
que me regocija y debo acudir pronto
a socorrer, a odiar, a amar,
a morir si es preciso
para que mañana salga violento el sol para los otros,
para que los otros tengan derecho
a mirarse a sí mismos
a mirar el cielo
o el mar
o el juego de los pájaros.
No puedo dejar de sentir
la dulzura de mañana
hombres libres
hombres para el amor
hombres inmensamente jóvenes.
Fotografía de Dani Yako / Altaïr Magazine |
14 DE JUNIO, EN TUCUMÁN
No podemos hoy
hablar del frío
fumar
decir que está helando
y que van a quemarse las plantas.
No podemos hoy decidir nuestro porvenir
escuchar noticieros, tejer, reír.
¿Sabes qué hacen allí?
¿Sabes qué siente Pedro?
¿Qué dice Juan?
¿Qué desea Agustín?
¿Es posible que hoy no estés
solitario y angustiado
sintiendo a Pedro, Juan, Agustín –cañeros–
caminar bajo las últimas estrellas
(machete, zamba, sueños, hijos, mujer)
con un dolor tan hondo
que no saben si llega del estómago
o desde más adentro?
Es necesario que les prestes
tus manos, tu voz, tu corazón
las mías
para que Juan, Pedro, Agustín –cañeros–
levanten los ojos
y les crezca en la mitad del pecho
una mariposa
una luz
un brote tierno.
Es posible también que hasta ahora
no hayas advertido
que Pedro, Juan, Agustín –cañeros–
te buscaban
me buscaban.
Es posible que no sepas
que estar solo
desde que sale el sol hasta que entra
es algo así como una aguda espina
y nadie puede responder
–cañaveral y cielo–
adónde está el hermano
adónde está el vecino.
Entonces hoy te hablo para que no te escapes
y me des tu sonrisa, tu corazón, tu mano
que cruce el aire helado de este día
y se transforme en mariposa, en luz, en brote tierno
en la mitad del pecho
de Pedro, Juan, Agustín –cañeros–.
Después podremos caminar en paz
fumar, hablar del tiempo, mirar la Cruz del Sur
dormir
con la seguridad
que Pedro, Juan, Agustín –cañeros–
ya no están solos.
María Mombrú
(Resistencia, Chaco, 1922 - Bs. As., Argentina, 1992)
POETA/NARRADORA/AUTORA/DIRECTORA TEATRAL
PROFESORA DE LETRAS/DOCENTE
en VEINTE POETAS platenses contemporáneos,
Ediciones Fondo Cultural Bonaerense, La Plata, 1963
Compiladora Ana Emilia Lahitte
extraídos de: LOS POETAS NO VAN AL CIELO
para leer más en: DECIDOR
en WIKIPEDIA
Me ha fascinado conocerte.No se si te entiendo pero admiro lo que escribes abrazo desde Miami
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