13 de junio de 2016

Silvia Tomasa Rivera, Voy a matarte, amor


Obra de  Adriana Varejão

VOY A MATARTE, AMOR

Voy a matarte, amor,
hasta que tu muerte espolvoree sus polvos negros
sobre la tierra infértil del olvido.
Hasta que no quede ni un átomo de mí
que sufra la condena.
Cuando el golpe es certero
hay que caerse
lamer la tierra, juntar los vidrios para que un día
se vuelva a reflejar la luna
en la noche extraviada.
La noche, carne de cañón para el poeta,
zopilote en el alma del perdido
eternamente sorda como un árbol.
¿De qué se trata, puta, a qué jugamos?
Te puedo matar a ti también,
traigo un cuchillo
y una secadora de pelo en forma de pistola
que dispara directo a las cien
                                            cabezas del insomnio.

El hombre, tenía que ser el hombre
animal tozudo arrastrando a su dios
hasta la tumba.
Y la mujer desnuda a medioclaro, a mediomar,
flotando
a medioamar, a la mitad exacta del camino.
¿Hasta cuándo vamos a inventar un dios
que nos saque realmente del apuro?
¿Hasta cuándo vamos a pasar el trago amargo
a la mitad del vino?
Las preguntas nacen como espinas
y se entierran justo en el costado.

Basta, he dicho basta.
Nadie muere dos veces del mismo amor,
es más, nadie muere de nadie.
¿De qué se trata reina, a qué jugamos?
Porque tú eres la reina, sin noche y sin insomnio.
La nicotina ahora ya no importa, el alcohol menos.
Un valium sostiene tu universo.
¿A qué jugamos, reina?
Te la pasas amamantando lobos dorados.
Muévete, la casa de la vida nunca pierde.
¿Te pongo un jazz?
Hace falta que te mames un cáncer
para que aprendas que la muerte
                                no es sólo una palabra
es el fin de tu vida.
Ay por dios, muévete.






ph María Meléndrez Parada
Silvia Tomasa Rivera
(El Higo, Veracruz, México, 1955)
para leer + en EL TRIUNFO DE ARCINIEGAS
extraído de NEXOS

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