Fotografía de Ellen von Unwerth |
FE
En su casa dios
hace arrodillar
a las viejitas
las hace parar las hace sentar
las hace caminar para comer
les hace lavar la frente golpearse el pecho
tirar monedas.
Yo
les doy el asiento en el colectivo
y a pesar de todo
alguna que otra
me mira con desconfianza.
HURGO EN LA SOMBRA
que dejó esta jornada
para que la poesía diga
de mí
algo que suene hermoso
aunque duela
me pasa
que no encuentro
¿que no hay?
que no puedo ver
“ya no escribas sobre tazas de café
ya no escribas sobre tu mamá
ya no escribas sobre la niña
ya no escribas sobre tu casa
tus palabras, su silencio”
entonces
me pasa que no encuentro
¿que no hay?
que no puedo ver
de qué están hechos mi ojos
con qué mirada se descubre
el poema
¿cómo se hace para ver?
¿cómo se hace?
(Río
Cuarto, Córdoba, Argentina, 1980)
No se sabe cómo se hace, pero se hace...No sé si me explico.. Besos
ResponderEliminar...cuántas veces no preferimos confiar en lo imaginario, lo lejano y, por tanto, -supuestamente- no dañino, en lugar de sonreír y agradecer a esos ojos que nos miran de frente, tan tocables y, por tanto, -supuestamente- capaces de herirnos de muerte...
ResponderEliminar...tienes razón Vera, no se sabe cómo, pero se hace ;))
Beso!
Dios está sobrevalorado.
ResponderEliminarEl segundo poema me enterneció, pero el primero me hizo reír con ganas!
ResponderEliminarBeso Emma,
muy buenos!
Yo, cuando cedía el asiento en el tren o bus, decía que era porque me bajaba en la siguiente parada. Aprendí así hacerlo por lo mismo que tú comentas: la buena educación no es seguir unos patrones prefijados, sino aplicar y enseñar lo que vimos de algunos bueno.
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