Fotografía de Gary Isaacs |
LAS GRANDES AGUAS
Y a quién vas a llamar cuando acabe el día
y al volver del trabajo pienses en estar con alguien
a quién vas a llamar para que te acompañe
cuando camines por las calles tristes de siempre.
Verás que todos están con alguien menos tú
que deseas cosas que no volverán
y dejas pasar aquellas que te harían feliz
si estuvieras preparado para verlas.
Hacia el fin de jornada cierro los ojos.
Escucho el roce de las alas de la polilla
embriagada de oscuridad.
En la noche del viernes por calles tristes
enviarás mensajes a teléfonos apagados
desde cuartos de paredes sucias
con pequeños roperos atestados
en camas marineras sin equilibrio
ardiendo de deseo por el cuerpo de una mujer
rezándole al Señor de los Milagros
por el cuerpo de una mujer
rezándole a Chacalón que es Dios
por el cuerpo de una mujer.
A quién vas a culpar por no haber hecho lo correcto
a quién vas a llamar cuando acabe el día
y volviendo por calles tristes sepas que te espera
el catre pequeño, más pequeño sin mujer
sin cuerpo que fatigue la innúmera cama.
Vas a decir que me extrañas cuando ya sea tarde
vas a pedirme que hable cuando no tenga fuerzas.
Hubiera hecho falta tanto más juntos
para convertirme en el árbol que baña con su savia
el hacha del leñador que lo ha herido.
No soy tan buena, lo siento.
Las monjas hablarían de perdonar, de dar la otra mejilla.
Qué saben ellas de amar si se han casado
con un mudo, un ausente, un muerto.
¿Dónde estabas, que no te vi?
Tenía que ser ahora, no antes
antes no hubieras podido verme, éramos otros
tenía que ser ahora.
Y ahora aquí estoy, aquí estamos
estar contigo es bailar dentro de un huracán
una máquina voltaica años luz al borde del sol
un agujero negro empujando el centro del abismo
tu piel y tu pelo, chocolate y manjar blanco
rompiendo en mi paladar de sibarita.
Mi piel todavía guarda tu olor, salobre y dulce.
Hombre. Ser de ensueño y luz
agua mansa y cascada en caída libre.
Nada va a lavar tu olor en mí
como una casa musical voy a conservar tu voz
tu forma de cantar las palabras.
Y quién va a navegar tus aguas, nadador
quién se atreverá a enfrentar las grandes aguas
el amor es un laberinto del que se sale volando
o se perece buscando la salida.
Qué bueno no haber escuchado a las amigas:
Tranquila, tómate tu tiempo...
tranquila estuve toda mi vida
tranquila estaré en la tumba.
Olvidé que no eras río sino océano
Y me bebí de un trago tus aguas, nadador
y las encontré amargas y me ardieron
como una insolación de eclipse.
Que tus ojos se hagan de agua y pueda beberlos
fue mi profecía y me ahogué:
llega un momento en que las palabras tienen valor de acto.
No voy a naufragar en tus aguas, nadador.
No voy a inmolarme en el laberinto del amor.
Vuelvo a mi vida habitual
a la calma monótona que necesito
para transformar la mierda en oro.
Vuelvo a mi centro que se parece mucho
al ojo del huracán, el lugar de mayor quietud.
En el ojo del huracán hay calma.
En el ojo del huracán está todo lo que hemos perdido.
Lo perdido es nuestro para siempre.
Mientras escucho a la polilla
que se quema las alas contra la lámpara
pienso que es duro el destino
de los que buscan la luz.
AS GRANDES ÁGUAS
E quem vais chamar quando acabe o dia
e ao chegar do trabalho penses em estar com alguém
quem vais chamar para te acompanhar
quando caminhares pelas ruas tristes de sempre.
Verás que todos estão com alguém menos tu
que desejas coisas que não mais voltarão
e deixas passar aquelas que te fariam feliz
se estivesses preparado para vê-las.
No final de jornada fecho os olhos
Escuto o roçagar das asas da borboleta
embriagada de escuridão.
Na noite de sexta por ruas tristes
enviarás mensagens para telefones desligados
desde quartos de paredes sujas
com pequenos roupeiros abarrotados
em camas marinheiras sem equilíbrio
ardendo de desejo pelo corpo de uma mulher
orando ao Senhor dos Milagres
por um corpo de uma mulher
orando a Chacalón que é Deus
por um corpo de uma mulher.
Quem vais culpar por não ter feito o correcto
quem vais chamar quando acabe o dia
e voltando por ruas tristes saibas que te espera
o leito pequeno, mais pequeno sem mulher
sem corpo que fatigue a inúmera cama.
Vais dizer que me rejeitas quando for tarde
vais pedir-me que fale quando não tenha forças.
Juntos fizera falta tanto mais
para converter-me na árvore que banha com a sua seiva
o machado do lenhador que a feriu.
Não sou tão boa, lamento.
As freiras falariam de perdoar, de dar a outra face.
Que sabem elas de amar se se casaram
Com um mudo, um ausente, um morto.
Onde estavas, que não te vi?
Tinha de ser agora, antes não
Antes não puderas ver-me, éramos outros
tinha de ser agora.
E agora aqui estou, aqui estamos
estar contigo é bailar dentro de um furacão
uma máquina voltaica anos-luz à margem do sol
uma brecha negra empurrando o centro do abismo
a tua pele e o teu cabelo, chocolate e doce de leite
irrompendo no meu paladar de sibarita.
Guardo todavia o teu cheiro, salobre e doce.
Homem. Ser de sonho e luz
água mansa e jorrante em queda livre
como uma casa musical vou conservar
a tua forma de cantar as palavras.
E quem vai navegar nas tuas águas, nadador
quem se atreverá a enfrentar as grandes águas
o amor é um labirinto de que se sai voando
ou se cai procurando a saída.
Que bom não ter escutado as amigas:
Calma, espera algum tempo…
calma estive a minha vida toda
calma estarei na cova.
Esqueci-me que não eras rio, mas sim oceano
E de um trago bebi as tuas águas, nadador
e encontrei-as amargas e queimaram-me
como uma insolação de eclipse.
Que os teus olhos se façam de água e possa bebê-los
foi a minha profecia e afoguei-me:
chega um momento em que as palavras têm valor de acto.
Não vou naufragar nas tuas águas, nadador.
Não vou imolar-me no labirinto do amor.
Volto à minha vida habitual
à calma monótona que preciso
para transformar a merda em ouro.
Volto ao meu centro que se parece muito
ao olho do furacão, o lugar de maior quietude.
No olho do furacão há calma.
No olho do furacão está tudo o que perdemos.
A perda é nossa para sempre.
Enquanto escuto a borboleta
que queima as asas contra a lámpada
penso que é duro o destino
dos que procuram a luz.
(Traducción de Sandra Santos)
Griselda García
(Buenos Aires, Argentina, 1979)
Texto y voz en off : Griselda García
música: Alberto de Simone
actor: Lucas Funes Oliveira
Solo espero que no haya prescrito el delito del que se inventó la expresión "cruzar el charco"
ResponderEliminarAún no caducó y espero que no suceda por los próximos siglos...
ResponderEliminarBuenos días Antonio!