Vino, a mi jardín,
la vaca sagrada de la literatura
vino con su lomo de no ser montado,
con los dos ojos anhelantes de toro negro,
con los mugidos rotos de vaca vieja
a comerme las flores, vino,
a morderme la ropa tendida,
como un caníbal,
vino, como un político,
a arengarme, a pisotear mi casa,
a cagar en mis cortinas, vino,
sí, a meter bulla al vecindario
y sembrar la discordia,
a perder las manzanas nuevas,
las brevas de los higos
que crecían como pechos en
los árboles fragantes y altos,
a espantar los pájaros
entonces,
harta, jodida,
le grité:“con tu leche a otra parte, vaca!”
y se fue con su vacuno trote
a jardines más fecundos
a mujeres más dóciles
a refregarse en sus faldas
como en un palenque
y se quedó ahí,
con las santas de siempre,
con las que hablan bajito
con las correctas
Elena Anníbali
(Oncativo, Córdoba, Argentina, 1978)
Reside en Ciudad de Córdoba
POETA/LICENCIADA EN LETRAS MODERNAS/DOCENTE
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(Oncativo, Córdoba, Argentina, 1978)
Reside en Ciudad de Córdoba
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su BLOG
Es un placer pasar por aquí, te lo prometo.
ResponderEliminarEliges unos poemas realmente buenos.
Muy bueno, Enma.
ResponderEliminarTü no hables bajito.
Besos.
Tú, claro...
ResponderEliminar;-)
Si es lo que yo me digo... lo sagrado cuanto más lejos mejor...
ResponderEliminarDe acuerdo con tu poeta!
Qué buen texto, gracias por mostranos esta joyas.
ResponderEliminarLo sagrado que sea carne para lametones, ni dóciles, ni putas. Mujeres que sabemos lo que queremos. Incluso equivocándonos...gracias Enma, el libro salió hace diez días.
ResponderEliminarUn abrazo
Esa vaca era mala leche.
ResponderEliminarDe acuerdo con Maia, en realidad la vaca era una yegua.
ResponderEliminarGracias Emma.
Abrazo