4 de junio de 2015

Glauce Baldovin, 3 poemas 3


Fotografía de Cindy Sherman 
XXV

Mi padre dijo:
Los criollos son vagos.
Yo lo amé.
Levantó la casa aró sembró
Y se echaba de bruces en la tierra para ver crecer los pastos.

Pero en invierno sequía, en octubre granizo, en el verano langostas.
Y otra vez la siembra, la espera, la sequía. El desalojo.
Y Pablo que se muere. Y el silencio.
Y con el silencio, el vino.
Después de todo eso, el vino.

A veces apoyaba sus manos callosas sobre esta mesa blanca
de pino
Me miraba desde lejos y decía:
¿Cómo aguantás, vos, Lucía?
Y las lágrimas le mojaban las manos.



Fotografía de Cindy Sherman 

XXVI

¡Cuánto odiaba su vino!
A veces derramaba gotas en el mantel y quedaban grandes manchas
doradas.

Sábados y domingos volvía más allá de la una cantando un valsecito
Y yo me tapaba la cabeza con la almohada.

¡Cuánto odiaba su vino!
Pero por envidia.
Porque aún hoy iría al almacén y me sentaría en rueda con mi vino
Para volver como él volvía
Sin nada en la memoria.
Tambaleando.




Obra de Anna & Elena Balbusso
XXVII

Ha llegado mi amante. El invierno.

Con frágiles pies camino sobre la escarcha
la quiebro con flores, en catedrales,
en una hierba obstinada por agarrarse a la tierra.
Mojo las manos en el estanque y se me ponen violáceas,
hablo, y un vapor celeste me sale de la boca.
¡Estoy embrujada!

El invierno me hechiza.
El, el mago del sueño,
el que adormece a las plantas y a los animales todos,
a mí me despierta, me embruja, me transforma
en la antigua muchacha
y huye.




Glauce Baldovin 
(Río Cuarto, Córdoba, Argentina, 1928-1995)
de Libro de Lucía, 1986
en Glauce Baldovin, Antología poética
Ediciones Letras y Bibliotecas Córdoba, 2010
Prólogo de Julio Castellanos
para leer MÁS
y + en UNA BALLENA PODRIDA EN LA PLAYA

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