26 de noviembre de 2010

Rosario Castellanos, Economía doméstica


(*) de la web
ECONOMÍA DOMÉSTICA

He aquí la regla de oro, el secreto del orden:

Tener un sitio para cada cosa

Y tener

Cada cosa en su sitio. Así arreglé mi casa.

Impecable anaquel el de los libros:
Un apartado para las novelas,

Otro para el ensayo

Y la poesía en todo lo demás.

Si abres una alacena huele a espliego
Y no confundirás los manteles de lino
Con los que se usan cotidianamente.

Y hay también la vajilla de la gran ocasión
Y la otra que se usa, se rompe, se repone

Y nunca está completa.

La ropa en su cajón correspondiente

Y los muebles guardando las distancias
Y la composición que los hace armoniosos.

Naturalmente que la superficie

(de lo que sea) está pulida y limpia.

Y es también natural

Que el polvo no se esconda en los rincones.
Pero hay algunas cosas

Que provisionalmente coloqué aquí y allá

O que eché en el lugar de los trebejos.                    
Algunas cosas. Por ejemplo, un llanto               
Que no se lloró nunca;

Una nostalgia de que me distraje,

Un dolor, un dolor del que se borró el nombre,
Un juramento no cumplido, un ansia

Que se desvaneció como el perfume
De un frasco mal cerrado
Y retazos de tiempo perdido en cualquier parte.
Esto me desazona. Siempre digo: mañana…

Y luego olvido. Y muestro a las visitas,

Orgullosa, una sala en la que resplandece

La regla de oro que me dio mi madre.




Rosario Castellanos 
(México, 1926 -  Tel Aviv, 1974)
POETA/ESCRITORA/PERIODISTA/DIPLOMÁTICA
de La tierra de en medio, 1972 
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